DÍA A DÍA CON LA VERDAD UNIVERSAL:
Comentarios exegéticos
sobre El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec:
La obra cumbre del pensamiento universal:
01 de agosto
19.
Puede, el ser humano, penetrar algún secreto
de la naturaleza por las investigaciones de la ciencia?
–“La ciencia le ha sido dada para que
progresase en todas las cosas; pero él no puede sobrepasar los límites
establecidos por Dios”-.
Cuanto
más el ser humano logra penetrar dentro de estos misterios, tanto más debe ser
grande su admiración por la potencia y la sabiduría del Creador. Empero, sea
por orgullo, o por ausencia de fortaleza, su misma inteligencia le convierte en
presa de la ilusión: él acumula sistemas, y en algún momento le será evidente
cuantos errores ha cambiado por verdades y cuantas verdades ha repudiado como
errores. Constituyen otras tantas desilusiones para su orgullo.
COMENTARIO EXEGÉTICO DE GIUSEPPE ISGRÓ
C.
El ser humano ha ido penetrando en los
secretos de la naturaleza, gradualmente, sin tomar en cuenta de que nosotros desconocemos
la clase de conocimiento que puedan poseer los seres en los demás reinos:
animal, vegetal y mineral, que, aún, el ser humano desconozca, por la razón que
fuere. Pero, evidentemente, en cada etapa evolutiva, existe un límite que,
gradualmente, habrá que ir trascendiendo. Por ejemplo, el método científico
utiliza la lógica inductiva y deductiva en su búsqueda del conocimiento.
Pero,
la percepción por los cinco sentidos físicos y la capacidad de razonamiento
tienen sus respectivos límites los cuales son trascendidos por la intuición y
la inspiración.
Es decir, que la mente humana es capaz de obtener informaciones
utilizando facultades espirituales, cuyos límites los constituyen el estado de
desarrollo de las mismas, y la pureza de conciencia, que se traduce en la
intención de la persona, en determinado grado evolutivo.
El ser humano, como lo
ha ido demostrando en la historia, ha ido superando todas las barreras que ha
encontrado en su búsqueda del conocimiento, y así lo seguirá haciendo en el
eterno presente, en forma gradual, sin límites de ninguna naturaleza.
No se
deben, ni pueden aceptarse, por lo tanto, límites algunos, en el desarrollo de
la propia misión existencial, por cuanto nadie conoce los alcances ilimitados
de su capacidad. Por cada límite que encuentre en su camino, el ser se
preguntará: Qué hay más allá? Cómo puedo llegar allí? Siempre encontrará la
manera de hacerlo.
Pero, primeramente, en cada caso, debe llegar a ese límite
“temporal”, en su eterno camino, no pararse allí y, luego, seguir siempre
adelante.
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