domingo, 8 de diciembre de 2013

131. Existen demonios en el significado común de esta palabra?




20 de noviembre

Comentarios exegéticos
sobre El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec:

La obra cumbre del pensamiento universal:


131.   Existen demonios en el significado común de esta palabra?
-“Si existiesen, serían obra de Dios, y, sería Dios justo y bueno si hubiese creado seres destinados eternamente al mal e infelices? Demonios, cuando así los queréis denominar, los hay, pero se encuentran en vuestro mundo inferior o en otros semejantes, y son los hipócritas, que hacen de un Dios justo un Dios malvado y vengativo, creyendo que las abominaciones que ellos cometen en su nombre puedan serle a Él de su agrado”-.
La palabra demonio, implica la idea de Espíritu malo solamente en su significado moderno, por cuanto el vocablo griego daimon, del cual ha derivado, significa genio, inteligencia; es así como los antiguos llamaban a los seres incorpóreos, buenos o malos que fuesen, sin hacer distinción.
Los demonios, según el significado común de la palabra, se suponen que seres esencialmente maléficos, los cuales pero,  como todas las cosas, serían criaturas de Dios. Ahora, Dios, que es supremamente justo y bueno, no puede haber creado seres predestinados al mal por su misma naturaleza y condenados por toda la eternidad. Y si después se quisiese afirmar que no son obra de Dios, serían ab aeterno como Él, y de esta manera habrían no una, sino muchas potencias suprema.
La primera condición de cada doctrina es la de ser lógica: ahora, la de los demonios carece de esta condición esencial. Que en las creencias de los pueblos bárbaros figuren los demonios, se entiende, y se explica fácilmente, por cuanto, no conociendo ellos los atributos de Dios, admiten también las divinidades maléficas; empero, cualquiera que considere la bondad como un atributo por excelencia de Dios, no será nunca tan ilógico de suponer que Él haya podido crear seres consagrados al mal y predestinados a hacerlo perpetuamente; por cuanto sería querer negar su bondad. Los sostenedores de la creencia en los demonios se apoyan en las palabras de Jesús; no es cierto que nosotros pondremos en duda la autoridad de su enseñanza, que, más bien, quisiéramos verlo grabado en lo más íntimo, más que en la boca, de todos los seres humanos; empero, están ellos seguros del significado que él le daba a la palabra demonio? No sabemos, quizá, que su forma alegórica es uno de los caracteres distintivo de su lenguaje? Se deberá, por lo tanto, tomar a la letra todo cuanto se encierra en el Evangelio? Sirva, por ejemplo, solamente el pasaje siguiente: -“Enseguida, después de estos días de aflicción el sol se oscurecerá, y la luna no reflejará más luz, y las estrellas caerán del firmamento, y las potencias del cielo serán removidas. En verdad os digo: la presente generación no pasará antes de que estas cosas hayan ocurrido”-.
Referente a la creación y el movimiento de la tierra hemos visto que la forma del testo bíblico es, frecuentemente, contradictorio. No puede ocurrir lo mismo en algunas figuras empleadas por Jesús, quien debía hablar adaptándose a los tiempos y a los lugares? Jesús no pudo decir falsedades; por lo cual, si en sus palabras se encuentran cosas que parecieran ofender a la razón, esto acontece porque nosotros no las comprendemos, o las interpretamos erróneamente.
Los seres humanos han hecho en relación a los demonios lo mismo que han hecho en respecto a los ángeles: como han creído  en los seres perfectos ab aeterno, han hecho lo mismo en relación a los Espíritus inferiores creyéndolos eternamente malos.
El vocablo demonios debe, por lo tanto, considerarse como sinónimos de Espíritus impuros, quienes, frecuentemente, no valen un punto más de los seres fantásticos designados con este nombre; pero, con la diferencia de que su estado es transitorio. Ellos son Espíritus imperfectos que se rebelan en contra de las pruebas a ellos antepuestas, y por esto están condenados a soportarlas más largamente: empero, a su vez, alcanzarán, también ellos, la perfección, siempre y cuando tengan la voluntad. Por lo cual, se podría aceptar el término demonio con esta restricción; pero, por cuanto ahora viene empleado con este significado exclusivo, no faltaría de ser causa continua de error, haciendo creer a la existencia de seres especiales, creados únicamente para ser malos.
En cuanto a Satanás, es evidente que él es la personificación del mal bajo la forma alegórica, por cuanto no se podría admitir un ser malvado en lucha de tú a tú con Dios, cuya sola ocupación constituyese en la oposición a sus designios. Por cuanto al ser humano le eran necesarias figuras que le estimulasen la imaginación, él se ha representado a los seres incorpóreos bajo una forma material, con atributos que permiten recordar las virtudes y los defectos. De esta manera, los antiguos, queriendo personificar el tiempo, lo representaron con la figura de un viejo con la guadaña y un reloj de arena, por cuanto, representado bajo el aspecto de un joven hubiese sido absurdo; así ocurre con las imagines alegórica de la fortuna, de la verdad, etcétera. De esta manera, los modernos han representado los ángeles y los Espíritus puros, como jovencitos radiantes con alas cándidas, símbolo de su pureza, y a Satanás con los cuernos, las garras  del león y los demás atributos de la bestialidad, símbolos de sus bajas pasiones. Pero, el vulgo, que tomas las cosas a la letra, ha visto en estos emblemas personajes reales, como una vez había visto a Saturno en la alegoría del tiempo.
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(*) Aquí el vocablo Espíritu se emplea para designar a los seres individuales extracorpóreos, y no más el elemento inteligente universal.

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