20 de noviembre
Comentarios exegéticos
sobre El Libro de los Espíritus, de Allan
Kardec:
La obra cumbre del pensamiento universal:
131. Existen demonios en el
significado común de esta palabra?
-“Si existiesen, serían obra de
Dios, y, sería Dios justo y bueno si hubiese creado seres destinados
eternamente al mal e infelices? Demonios, cuando así los queréis denominar, los
hay, pero se encuentran en vuestro mundo inferior o en otros semejantes, y son
los hipócritas, que hacen de un Dios justo un Dios malvado y vengativo,
creyendo que las abominaciones que ellos cometen en su nombre puedan serle a Él
de su agrado”-.
La palabra demonio, implica la idea de Espíritu malo
solamente en su significado moderno, por cuanto el vocablo griego daimon, del cual ha derivado, significa genio, inteligencia; es así como los
antiguos llamaban a los seres incorpóreos, buenos o malos que fuesen, sin hacer
distinción.
Los demonios, según el significado común de la
palabra, se suponen que seres esencialmente maléficos, los cuales pero, como todas las cosas, serían criaturas de
Dios. Ahora, Dios, que es supremamente justo y bueno, no puede haber creado
seres predestinados al mal por su misma naturaleza y condenados por toda la
eternidad. Y si después se quisiese afirmar que no son obra de Dios, serían ab aeterno como Él, y de esta manera habrían no una, sino muchas potencias
suprema.
La primera condición de cada doctrina es la de ser
lógica: ahora, la de los demonios carece de esta condición esencial. Que en las
creencias de los pueblos bárbaros figuren los demonios, se entiende, y se
explica fácilmente, por cuanto, no conociendo ellos los atributos de Dios,
admiten también las divinidades maléficas; empero, cualquiera que considere la
bondad como un atributo por excelencia de Dios, no será nunca tan ilógico de
suponer que Él haya podido crear seres consagrados al mal y predestinados a
hacerlo perpetuamente; por cuanto sería querer negar su bondad. Los
sostenedores de la creencia en los demonios se apoyan en las palabras de Jesús;
no es cierto que nosotros pondremos en duda la autoridad de su enseñanza, que,
más bien, quisiéramos verlo grabado en lo más íntimo, más que en la boca, de
todos los seres humanos; empero, están ellos seguros del significado que él le
daba a la palabra demonio? No sabemos, quizá, que su forma alegórica es uno de
los caracteres distintivo de su lenguaje? Se deberá, por lo tanto, tomar a la
letra todo cuanto se encierra en el Evangelio? Sirva, por ejemplo, solamente el
pasaje siguiente: -“Enseguida, después de estos días de aflicción el sol se
oscurecerá, y la luna no reflejará más luz, y las estrellas caerán del
firmamento, y las potencias del cielo serán removidas. En verdad os digo: la
presente generación no pasará antes de que estas cosas hayan ocurrido”-.
Referente a la creación y el movimiento de la tierra
hemos visto que la forma del testo bíblico es, frecuentemente, contradictorio.
No puede ocurrir lo mismo en algunas figuras empleadas por Jesús, quien debía
hablar adaptándose a los tiempos y a los lugares? Jesús no pudo decir
falsedades; por lo cual, si en sus palabras se encuentran cosas que parecieran
ofender a la razón, esto acontece porque nosotros no las comprendemos, o las
interpretamos erróneamente.
Los seres humanos han hecho en relación a los demonios
lo mismo que han hecho en respecto a los ángeles: como han creído en los seres perfectos ab aeterno, han hecho lo mismo en relación a los Espíritus inferiores creyéndolos
eternamente malos.
El vocablo demonios debe, por lo tanto, considerarse
como sinónimos de Espíritus impuros, quienes, frecuentemente, no valen un punto
más de los seres fantásticos designados con este nombre; pero, con la
diferencia de que su estado es transitorio. Ellos son Espíritus imperfectos que
se rebelan en contra de las pruebas a ellos antepuestas, y por esto están
condenados a soportarlas más largamente: empero, a su vez, alcanzarán, también
ellos, la perfección, siempre y cuando tengan la voluntad. Por lo cual, se
podría aceptar el término demonio con esta restricción; pero, por cuanto ahora
viene empleado con este significado exclusivo, no faltaría de ser causa
continua de error, haciendo creer a la existencia de seres especiales, creados
únicamente para ser malos.
En cuanto a Satanás, es evidente que él es la
personificación del mal bajo la forma alegórica, por cuanto no se podría
admitir un ser malvado en lucha de tú a tú con Dios, cuya sola ocupación
constituyese en la oposición a sus designios. Por cuanto al ser humano le eran
necesarias figuras que le estimulasen la imaginación, él se ha representado a
los seres incorpóreos bajo una forma material, con atributos que permiten
recordar las virtudes y los defectos. De esta manera, los antiguos, queriendo
personificar el tiempo, lo representaron con la figura de un viejo con la
guadaña y un reloj de arena, por cuanto, representado bajo el aspecto de un
joven hubiese sido absurdo; así ocurre con las imagines alegórica de la
fortuna, de la verdad, etcétera. De esta manera, los modernos han representado
los ángeles y los Espíritus puros, como jovencitos radiantes con alas cándidas,
símbolo de su pureza, y a Satanás con los cuernos, las garras del león y los demás atributos de la
bestialidad, símbolos de sus bajas pasiones. Pero, el vulgo, que tomas las
cosas a la letra, ha visto en estos emblemas personajes reales, como una vez
había visto a Saturno en la alegoría del tiempo.
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(*) Aquí el vocablo Espíritu se
emplea para designar a los seres individuales extracorpóreos, y no más el
elemento inteligente universal.
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