domingo, 8 de diciembre de 2013

ESCALA ESPIRITA


21 de octubre

Comentarios exegéticos
sobre El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec:

La obra cumbre del pensamiento universal:


ESCALA ESPIRITA

100.   OBSERVACIONES PRELIMINARES: La clasificación de los Espíritus está fundada sobre el grado de su progreso, sobre los privilegios que han adquirido, y sobre las imperfecciones, de las cuales deben, todavía, liberarse. Esa, por otra parte, no es absoluta: cada categoría presenta, sí, un carácter decisivo en el conjunto, empero, de un grado a otro el tránsito es insensible, y en sus límites la gradación desaparece como en los reinos de la naturaleza, al igual que en los colores del arco iris, o bien, si se quiere, como en los diferentes períodos de la vida del ser humano. Se puede, por lo cual, formar un mayor o menor número de clases, según el modo en que se considera la cuestión. Ocurre en esto como en todos los sistemas de clasificaciones científicas, que pueden estar más o menos completos, más o menos racionales, más o menos cómodas para el intelecto; pero, sean como fueren, no cambian para nada el fondo de la ciencia. Por lo cual, los Espíritus, interrogados sobre el argumento, han podido disentir sin error en el número de las categorías. Otros han querido hacerse un arma de estas pretendidas discrepancia, sin reflexionar que ellos non dan ninguna importancia a nada de lo que sea convencional; por cuanto, para ellos el pensamiento es todo, dejando para nosotros la forma, la elección de los términos, las clasificaciones, en una palabra, los sistemas.
Se atienda, por otra parte, a recordar, siempre, que, entre los Espíritus, como entre los seres humanos, los hay en elevado número ignorantes, por cuanto los hechos demuestran que nada es más falso que el creer que todos los Espíritus, por ser tales, deben saberlo todo. Cada clasificación requiere método, análisis y perfecto conocimiento de cada cosa. Ahora bien, en la dimensión espiritual, aquellos que tienen conocimientos limitados, son, al igual que en la física, los ignorantes, inhábiles para realizar una interrelación, establecer un sistema: no conociendo ellos clasificaciones, o comprendiéndolas solo imperfectamente, reputan de primer orden a todos los Espíritus superiores a ellos, sin poder evaluar las gradaciones de sapiencia, de energía y de moralidad que le distinguen, como entre nosotros los salvajes se diferencian de los seres civilizados. Empero, también, aquellos mismos que son capaces pueden variar en los particulares según su percepción, por cuanto se trata de una división, que nos es absoluta. Linneo, Jussien y Tournefort, han desarrollado, cada uno, su propio método, y la botánica no ha cambiado por esto, por cuanto no inventaron ni las plantas ni sus caracteres, en cambio, observaron sus afinidades, y, en razón de éstas formaron los grupos o las clases. De la misma manera hemos hecho nosotros: no hemos inventado ni los Espíritus, ni sus cualidades; pero, los hemos observado y juzgado por sus palabras y actos, y después clasificados por su afinidad, según los datos que ellos mismos han proporcionado.
Los Espíritus admiten, generalmente, tres categorías principales o grandes divisiones. En la última, es decir, en el último peldaño de la escala, se encuentran los Espíritus imperfectos, caracterizados por el predominio de la materia sobre el espíritu y la propensión al mal.  Aquellos de l segunda, Espíritus buenos, tienen por carácter el predominio del espíritu sobre la materia y el deseo del bien. La primera, en fin, comprende los Espíritus puros, que han alcanzado el sumo grado de perfección.
Esta división nos parece perfectamente racional y con caracteres bien delineados por un suficiente número de subdivisiones, y la hemos hecho con la ayuda de los Espíritus mismos, cuyas benévolas instrucciones jamás nos han faltado.
Con este cuadro será fácil determinar el orden y el grado de superioridad o de inferioridad de los Espíritus, con los cuales comunicarse, y en consecuencia, el grado de confianza y estima, que merecen. Es ésta, en cierto modo, la llave de la ciencia espirita, por cuanto no sabrá jamás rendirse cuenta de las anomalías, que presentan las comunicaciones con los Espíritus, quien no aprende a conocer las disparidades intelectuales y morales. Es útil, por otra parte, advertir, que no siempre los Espíritus pertenecen a la tal o cual otra clase, por cuanto su progreso va cumpliéndose grado a grado, y con frecuencia más en un sentido que en otro. Ellos, por lo tanto, pueden reunir en sí los caracteres de más categorías, lo cual se puede, fácilmente, reconocer por su lenguaje y por sus actos.
Ellos tienen la intuición de Dios, pero no lo comprenden.
No son todos esencialmente malos: en algunos existe más ligereza, incongruencia y  malicia que verdadera maldad. Los unos no hacen ni bien ni mal, empero, ya con solo no practicar el bien demuestran la propia bajeza; los otros, en cambio, *disfrutan del mal, y gozan, cuando encuentran el modo de hacerlo.


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