-“Inmediatamente no; él permanece
por algún tiempo en una especie de turbación”-.
COMENTARIO EXEGÉTICOS GIC:
Efectivamente, de acuerdo al grado de conciencia evolutiva del Espíritu, éste
se da cuenta con mayor o menor rapidez del nuevo estado en que se encuentra, en
la dimensión espiritual de la vida, desligado ya del cuerpo por efectos de la
desencarnación.
Existen casos debidamente registrados en los cuales, como, por ejemplo, el del
Dr. Demeure, que tan pronto desencarna, realiza un esfuerzo y visita a su
maestro Allan Kardec, y en una comunicación, le informa de su estado, Veamos la
siguiente comunicación recibida por Allan Kardec:
“Heme aquí. Había prometido, cuando
vivía, -en la dimensión física- que después de mi desencarnación
vendría, si me era posible, a dar la mano a mi querido maestro y amigo Allan
Kardec.
“La desencarnación dio a mi alma ese
pesado sueño que se llama letargo, pero mi pensamiento velaba. He sacudido esa
torpeza funesta, que prolonga la turbación que sigue a la desencarnación. Me he
despertado, y de un salto he hecho el viaje.
“¡Qué feliz soy! No soy viejo ni achacoso.
Mi cuerpo no era más que un disfraz sobrepuesto. Soy joven y hermoso, con esa
eterna juventud de los espíritus, sin pliegues que arruguen las facciones, sin
cabellos que encanezcan con el tiempo. Soy ligero como el ave que atraviesa de
un vuelo rápido el horizonte de vuestro cielo nebuloso, y admiro, contemplo,
bendigo, amo y me inclino, átomo, ante la grandeza, la sabiduría, la ciencia de
nuestro Creador, ante las maravillas que me rodean.
“Soy dichoso, ¡estoy en la gloria!
¡Oh! ¿Quién podrá jamás revelar las espléndidas hermosuras de la Tierra de los
elegidos, los cielos, los mundos, los soles, su misión en el gran concurso de
la armonía universal? ¡Pues bien! yo probaré, maestro mío, voy a hacer de ello
el estudio, vendré a depositaros el homenaje de mis trabajos de espíritu, que
os dedico por adelantado.
Hasta luego.” Demeure
Sin embargo, el Espíritu precisa en
línea general, algún tiempo, desde algunas horas, días o años, según los casos,
para percibid que ya ha abandonado la vida de encarnado. Acto seguido de la
desencarnación, el Espíritu se ve separado del cuerpo, y no se lo explica; ve a
sus familiares y amigos, les habla y se sorprende que éstos no le hacen
caso.
La presencia de Espíritus afines, o
amigos, que le reciben en la dimensión espiritual, en el acto de la
desencarnación, le facilita la salida del letargo temporal. Ellos suelen
indicarle, por ejemplo que se toquen la muñeca, para que perciba que ya no
dispone de un cuerpo físico, y otros detalles análogos. Este tipo de asistencia
le facilita la labor de comprensión del nuevo estado.
Hay casos de Espíritus que han
permanecido en los lugares habituales de sus aficiones durante larguísimos
períodos, años o siglos-. Sin embargo, mientras más largos sean los períodos,
también los son más excepcionales.
Algunas investigaciones sobre la
reencarnación del Dr. Ian Steevenson, y su equipo, revelan que en algunas
regiones del planeta, la mayoría de los niños que recuerdan vidas pasadas,
suelen reencarnar en un lapso aproximado de dos años. Esto indica que el lapso
de turbación, en esos casos, es inferior, por supuesto a los dos años. Sin
duda, se trata de horas, o días.
La elevación espiritual, y la
formación en la doctrina Espírita, o de otra índole, que aporte un conocimiento
preciso sobre lo que ocurre después de la desencarnación, facilita, con
certeza, ese paso a la conciencia de encontrarse en la dimensión espiritual.
Se pueden dar casos de Espíritus
recién desencarnados por vía circunstancial, cayendo al fondo de un barranco,
que, tan pronto hayan desencarnado, por ejemplo, se comportan como si
estuviesen encarnados. Es decir, creyendo que aún se encuentran encarnados,
comienzan a ascender por la ladera, ayudándose con las manos, -a cuatro
pies, arrastrándose-, subiendo como si realmente lo estuviesen
haciendo con el cuerpo físico.
En la antigüedad, a la adquisición
del estado de conciencia de haber desencarnado, y de encontrarse en la
dimensión espiritual, es a lo que se le denominaba resurrección. A
tales efectos, se solía afirmar que lo que bajaba a la tierra era el cuerpo, y
lo que resucitaba, era el Espíritu. Esto se corresponde con la realidad.
Afortunadamente, en línea general,
todo Espíritu, al desencarnar es asistido por guías y protectores espirituales,
por amigos y parientes, que ya le han precedido en su llegada a aquella
dimensión, quienes se encargan de brindarle la asistencia espiritual necesaria
para la adquisición de la conciencia de su nuevo estado, y de las actividades
que le esperan en aquella dimensión.
Gran número de personas que, durante
su vida en la dimensión física, por participar de un orden de ideas equívocos,
en torno a la supervivencia del Espíritu, la reencarnación y otros temas
inherentes, cuyo estado de confusión, le puede requerir un mayor esfuerzo, o
tiempo, superar dichas confusiones en las ideas, ya que en la práctica, se
encuentra con una realidad muy diferente de lo que el Espíritu pensaba
encontrar en la dimensión espiritual.
Lo que puede demorar en mayor grado
este estado de lucidez, es el mayor o menor apego del Espíritu a la materia, o
a determinadas situaciones que le eran inherentes en la dimensión física.
Ese estado de apego, le impide,
durante cierto tiempo, o le hace demorar, la adquisición de la conciencia
perceptiva de la realidad en que se encuentra, y de la forma óptima en que debe
aprovechar "el tiempo" en sus nuevas funciones, tanto de
auto-aprendizaje, como de preparación para la siguiente reencarnación en un
nuevo ciclo de vida en la dimensión física.