DÍA A DÍA CON LA VERDAD UNIVERSAL:
Comentarios exegéticos
sobre El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec:
La obra cumbre del pensamiento universal:
08 de agosto
26. Se puede concebir el espíritu sin la
materia y la materia sin el Espíritu?
–“Sí, ciertamente, con el
pensamiento”-.
COMENTARIO EXEGÉTICO DE GIUSEPPE ISGRÓ
C.
Ciertamente, el pensamiento es un
atributo del Espíritu.
El Espíritu piensa en imágenes. Pensamientos
e imágenes conforman ideogramas, o cuadros mentales, que permiten la percepción
del conocimiento.
La matriz de este conocimiento es la
idea,
Al tener la idea ya se posee la base y
el fundamento para desarrollar, con mayor amplitud, el cuadro mental que
conforma el conocimiento.
Las imágenes son percepciones del
Espíritu, por observarlas, éste, directamente, del lugar mismo en que se
encuentra el conocimiento, o el objeto de este. Esto ocurre bien sea que se
encuentre en un lugar determinado, o en el propio archivo espiritual de la
persona, o en el archivo espiritual –en el alma- de seres encarnados, o
desencarnados, donde el Espíritu, en desdoblamiento, o proyección espiritual,
lee esa información.
Dicha información, o contenido mental,
lo transfiere a la conciencia objetiva, como intuición, en el acto de
reincorporarse a la materia, o al propio cuerpo.
Si el Espíritu, en desdoblamiento, o
proyección espiritual, es capaz de observar el objeto del conocimiento que
percibe, también lo es para concebir, o percibir, al Espíritu exento de
materia, en la dimensión espiritual.
Esa percepción del Espíritu, al margen
de la materia, efectuada por el pensamiento, no es más que una observación
efectuada directamente por el Espíritu, con la visión espiritual, y no con el
sentido físico de la vista, y la capacidad de análisis por la lógica inductiva
y deductiva.
Trasciende la visión física.
Al proyectarse el pensamiento al
objeto que le ocupa la atención, y al centrar la atención en el mismo, expande
la conciencia perceptiva, y observa directamente, ve con la visión del Espíritu,
al Espíritu de otros seres, en la dimensión espiritual.
Al retrotraerse a la materia, en la
conciencia objetiva, le concibe como una realidad.
La imagen de lo que vio la traduce en
idea, ésta en pensamiento –o símbolo-, y el pensamiento de la idea, en el que
medita, o reflexiona, se traduce en conocimiento.
Son concepciones de la realidad que se
obtienen por intuición, -percepción del propio Espíritu proyectado- o por
inspiración –comunicación de contenidos mentales por el pensamiento en el
pensamiento, de un emisor a un receptor.
Se sabe sin conocer porque se sabe, en
un momento dado. La concepción por conciencia perceptiva, es automática,
efectuada sin el uso de la voluntad.
Es un dejarse ir hacia el objeto de
los propios pensamientos, y estos se proyectan –junto con el Espíritu, de quien
constituyen un atributo- percibiendo la realidad.
Se puede no solo concebir, sino ver
objetivamente, la materia sin el Espíritu. Por ejemplo, el cuerpo de un ser
cuyo Espíritu ha desencarnado.
Empero, sería ese un cuerpo inerte, ya
que la causa de la vida se emancipó.
Pero, en sentido general, toda materia
inerte, o cualquier tipo de materia, aparentemente inerte, está imbuida de un
Espíritu elemental de la naturaleza, o de varios, cuando se conforman
aleaciones.
Ver dentro de la materia, y más allá
de ésta al Espíritu, es una percepción que transciende a los sentidos físicos.
Es más fácil verlo en un ser humano,
que en los demás seres de los restantes reinos naturales: animal, vegetal y
mineral.
Pero, en cada reino natural, cada
cuerpo, y expresión de vida, y cada elemento, se encuentra conformado por tres
entes básicos, y claramente definidos: Espíritu, Alma y cuerpo.
Aún en ese cuerpo del que se ha
separado el Espíritu, percibir esa separación, precisa una concepción efectuada
a nivel de los pensamientos.
A través de los pensamientos,
proyectados en el espacio y en el tiempo, se percibe la realidad inherente.
Esta trasciende a los propios pensamientos, que constituyen la fuente de los
ideogramas que canalizan el conocimiento.
Esa es la razón por la cual se afirma,
constantemente, que es preciso ver más allá de las apariencias para observar la
realidad, en su esencia.
Por otra parte, para concluir, es preciso destacar que no es posible concebir la materia sin Espíritu, ya que, en los cuatro reinos naturales, toda materia, así como expresión de vida, está animada por su respectivo Espíritu. Es decir, viendo más allá de las apariencias, no existe materia sin Espíritu, en ninguno de los reinos naturales conocidos ni por conocer.
Por otra parte, para concluir, es preciso destacar que no es posible concebir la materia sin Espíritu, ya que, en los cuatro reinos naturales, toda materia, así como expresión de vida, está animada por su respectivo Espíritu. Es decir, viendo más allá de las apariencias, no existe materia sin Espíritu, en ninguno de los reinos naturales conocidos ni por conocer.
Tema en desarrollo y revisión.
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