DÍA A DÍA CON LA VERDAD UNIVERSAL:
Comentarios exegéticos
sobre El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec:
La obra cumbre del pensamiento universal:
03 de agosto
21. La materia ha existido ab aeterno como Dios, o bien ha sido
creada en algún momento por Él?
-“Esto lo sabe sólo Dios. Vuestra
imaginación no puede dejar de demostraros la imposibilidad de que Dios, amor y
bondad por esencia, haya podido estar alguna vez inoperante. Por muy lejos que
pudierais imaginar el principio de su acción, podríais representároslo un solo
momento inactivo?
COMENTARIO
EXEGÉTICO DE GIUSEPPE ISGRÓ C.
Sabemos, tal como lo expresa la segunda ley de la termodinámica,
que ni la vida ni la energía se crean ni se destruyen, por cuanto, simplemente,
existen. Ahora bien, -qué es la materia? Podríamos definir a la materia como
energía condensada en “X” grado vibratorio, según el elemento, o elementos que
la conformen.
Si pudiésemos ver cualquier trozo de materia bajo una lupa
poderosa, que lo permitiese, nos daríamos cuenta de que la materia no es
compacta, “sólida”, en el estricto sentido de la palabra, sino que, en su
estructura, existen espacios “vacíos, pero que, realmente, no es mas que
energía condensada.
Cuando el respectivo ciclo de esa materia termine y pasa
por el proceso natural de descomposición, la energía que le conformaba vuelve
al depósito universal, para ser, nuevamente, utilizada.
Cómo ocurre esto, y
quién lo realiza?
Todos hemos oído, alguna vez, hablar de los “Espíritus
elementales de la naturaleza”.
Qué son los Espíritus elementales de la
naturaleza? Qué es un Espíritu?
Imaginemos el universo dividido en tres
substratos. El primero, conformado por Dios, -el Creador Universal-, la
fuente cósmica de donde emana todo.
Una energía luminosa en movimiento eterno,
dotada de inteligencia infinita, con todos los atributos divinos, -valores
universales-, en grado infinito de desarrollo, en todas sus vertientes y
variantes, sin límites de ninguna naturaleza, que constituyen el soporte de los
principios cósmicos y de las leyes universales, cuya síntesis se expresa como
ley cósmica.
Por supuesto, Dios se encuentra dotado de una conciencia universal
de sí y de todo lo que Él es y representa, de su poder creador infinito, y aún
así, potencialmente infinito, en infinitos aspectos, variantes y vertientes.
Causa suprema del universo ab eterno, es decir, desde la eternidad, en la
eternidad presente, para la eternidad. Se ha dicho: causa suprema universal.
Todo este todo conforma lo UNO, que es la totalidad de lo que existe, y llegará
a existir, en el eterno presente.
El segundo substrato, conformado por el ALMA
UNIVERSAL, que es la MATRIZ CÓSMICA ,
conformada por substancia etérica que llena todo el universo, que podría ser
comparado a la “tierra cósmica”, equivalente a la tierra que conocemos, pero,
en estado etérico.
Representa, al mismo tiempo, a la
MENTE CÓSMICA , equivalente a lo que, en pequeño, es la
mente de un ser humano.
Otra comparación, necesaria: las semillas que se
siembran en la tierra, a nivel de la mente, estarían representadas por las
ideas.
Ahora bien: en la naturaleza existen cuatro reinos conocidos: el humano,
el animal, el vegetal y el minera. Cada uno está conformado por tres entes
básicos: el Espíritu, el alma y el cuerpo.
Quién crea el Espíritu, fuente de la
vida? Se ha dicho ya, que la vida no se crea, porque existe ab eterno, es
decir, desde la eternidad.
Entonces, cómo emana a la conciencia individual?
Cada vez que el Creador Universal precisa a una familia de Espíritus, en cada
reino natural, Él, sin dejar de ser Él mismo, y sin separarse de Él mismo, toma
posesión, en el ALMA UNIVERSAL, de una célula matriz, a la que dinamiza con
vida eterna e inmortal, a partir de ese momento, y siendo Él mismo, sin haberse
separado de Él mismo, continúa dotado de sus mismos atributos divinos, -o
valores universales, de su conciencia, en la que se expresan los sentimientos
de los valores universales, como guía divina de vida, o sentidos cósmicos,
pero, arrancando desde un grado cero de percepción.
Es decir, emana a la
conciencia individual, el mismo Creador Universal, pero en la conciencia de
este ser individualizado no quedó registrado todo lo que era el Creador
Universal desde la eternidad pasada, lo cual deberá descubrir, ese ser, a
partir de entonces, en la eternidad futura, en el eterno presente.
Evidentemente, ese nuevo ser tiene una misión y cumple un propósito del
Creador, que es el de acrecentar a la Creación.
Este proceso de emanación a la conciencia individual, del
mismo Creador, ocurre, por igual, con los Espíritus de los cuatros reinos
naturales: el humano, el animal, el vegetal y el mineral, salvo de que existan
otros reinos que desconozcamos, por ahora, Y es aquí donde entran en escena los
Espíritus elementales de la naturaleza, constituidos por los Espíritus emanados
a la conciencia en el reino mineral, por ejemplo: los espíritus del hierro, del
oro, del estaño, del zinc, del bronce, de la plata, etcétera.
Emanados
los Espíritus a la conciencia individual,
en el ALMA UNIVERSAL, -o mente cósmica-, en los cuatros reinos
naturales, en las correspondientes células matrices, -equivalentes a
espermatozoides etéricos-cósmicos-, en las que el Creador se une,
dinamizándoles, esas ubicaciones, dentro del alma universal, van a constituir
sus espacios cósmicos, respectivamente, al igual que el espacio que queda en
una masa de harina, de la cual, un ama de casa, mediante un molde, extrae una
galletita. Permanecerá unido a ese espacio cósmico, en el alma universal,
mediante un “hilo de plata” elástico, fluídico, como su hogar. Ya, aquí,
tenemos dos de los elementos de la trilogía que le conforman: Espíritu y alma.
El
tercer substrato, se encuentra conformado por la materia: Los Espíritus
elementales de la naturaleza, equivalentes a cada uno de los elementos
minerales conocidos y por conocer, vibran, cada uno, en una determinada
frecuencia, de acuerdo a su tipo, y materializan la energía, es decir, la
condensan en materia, es decir: hierro, oro, plata, bronce, oxígeno, nitrógeno,
carbono, etcétera.
Aquí, se sigue cumpliendo el principio de que la
constitución de cada ser esta integrada por: Espíritu, alma y cuerpo. Este
substrato va a conformar la base y el soporte de los mundos físicos, en el
cosmos. Aquí reside el secreto de la creación de los mundos, en el inmenso
universo.
Cada vez que los maestros de la Creación van a formar un mundo, de acuerdo a los
planes y objetivos de la humanidad que le habrá de poblarle, o habitarle, en
determinado lapso, los maestros de la creación a cuyo cargo se encuentra la
formación de aquel mundo, le dan una orden, a esa inmensa cantidad de Espíritus
elementales que van a coadyuvar, para que condensen determinadas masas de
materias, tanta como sea necesaria hasta alcanzar el volumen respectivo de
acuerdo al tamaño previsto para ese mundo.
Aquí residiría, probablemente,
también, el secreto de esas enormes velocidades mediante las cuales los mundos
giran sobre sus propios ejes y alrededor de su respectivo sol, en un movimiento
integral cósmico.
Es decir, dado que en su nivel infinitesimal la materia está
constituida por Espíritus elementales, en cuya expresión física como átomos de
sus respectivos elementos constituyen una energía en movimiento, la unión
masiva de todos esos elementos, dotados de energía en movimiento, en su suma
total, le otorgan, al respectivo mundo, sus movimientos sobre sus propios ejes,
y el de la traslación en torno a su respectivo sol, en base a un determinado
punto de equilibrio, por la ley de gravedad.
Pero, la unión de los mundos, de
los sistemas solares, en sus respectivas galaxias, en unión con todas las
galaxias del universo, todas se desplazan, uniformemente, en armonía, en un
viaje perpetuo por el universo.
Prácticamente, el sistema de galaxias, en su
conjunto, se encuentra en un viaje permanente por el Cosmos. Somos viajeros
cósmicos en el espacio, en tiempo presente.
Siendo
la ley una e igual para todos, cada especie, para expresar, en su respectivo reino, lo relativo a su
cuerpo físico, sigue un proceso análogo al mineral, con las adaptaciones, y
variantes, inherentes a su índole. En síntesis, en este quehacer universal el
Creador está realizando un juego consigo mismo. Pero, que juego!
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