21 de
septiembre
Comentarios exegéticos
sobre El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec:
La obra cumbre del pensamiento universal:
70.
Qué ocurre a la materia y al principio
vital de los seres orgánicos al cese de la vida física?
-“La materia
inerte se descompone, cuya esencia será el soporte de otra nueva; el principio
vital regresa a la masa”-.
Cesada la ida del ser orgánico, los elementos de los cuales está
formado se encuentran sujetos a nuevas combinaciones, que constituyen nuevos
seres. Estos atraen de la fuente universal el principio de la vida y de la
actividad, lo absorben y lo asimilan, para restituirlo a esta fuente, cuando cesa
su ciclo de vida física.
Los órganos son, por así decirlo, impregnados de fluido vital.
Éste comunica a todos las partes del organismo una actividad que obra, como en
ciertas heridas, el reacercamiento, restableciendo las funciones
momentáneamente suspendidas. Pero, donde los elementos esenciales a las
funciones de los órganos son destruidos, o irremediablemente alterados, el
fluido vital no puede transmitirle el movimiento de la vida, cesando la vida
física del ser.
Los órganos reaccionan más o menos necesariamente los unos sobre
los otros, y solamente de la armonía del conjunto resulta su acción recíproca. Cuando,
entonces, una causa destruye esta armonía, sus funciones cesan a ejemplo del
movimiento de una maquina, cuyas ruedas esenciales se hayan desajustado, como
un reloj lo hace con el tiempo, o se daña por acción externa, obstaculizando
que la fuerza motriz le ponga en movimiento.
Imagen todavía más exacta de la vida física y del cese de la
misma, nos lo ofrece la maquina eléctrica. Ella esconde en sí misma, como todos
los cuerpos de la naturaleza, la electricidad en el estado latente. Los
fenómenos eléctricos no se manifiestan sino cuando el fluido sea puesto en
actividad por una causa especial; y entonces, podría decirse que la maquina sea
viviente. Cesada la causa de la actividad, lo hace, también, el fenómeno,
regresando, la maquina, al estado de inercia. Los cuerpos orgánicos serían en
cierto modo una especie de baterías o de maquinas eléctricas, en las cuales la
actividad del fluido produce el fenómeno de la vida: el cese de esta actividad
genera el de la vida física.
La cantidad de fluido vital no es la misma en todos los seres
orgánicos: varía según la especie y no es nunca constante ni en el mismo
individuo, ni en los de la misma especie. Algunos se encuentran saturados,
otros tienen únicamente lo necesario; esta es la razón de que, en algunos, la
vida es más activa, más tenaz y en cierto modo más exuberante.
La cantidad de fluido vital en cada ser se agota poco a poco, y
puede resultar insuficiente para mantener la vida física, si no renueva con la
absorción y la asimilación de las sustancias que la contengan.
El fluido vital se transmite de un ser a otro. Quien tenga de más
puede darlo a quienes tienen de menos, y de esta manera reactivar la vida
física, que se encontraba cercana a extinguirse.
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