viernes, 31 de enero de 2014

182.Podemos, nosotros, conocer el estado físico y moral de los diversos mundos?


10 de enero


EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS, DÍA A DÍA
Uno de los mejores libros de todos los tiempos!!!
Autor: Allan Kardec

182.Podemos, nosotros, conocer el estado físico y moral de los diversos mundos?
-“Nosotros, Espíritus, solamente os podemos transmitir conocimientos de acuerdo al grado de vuestra comprensión, lo cual quiere decir que no debemos revelar estas cosas a todos, por cuanto no todos se encuentran en el nivel adecuado para entender rectamente, lo cual les turbaría”-.
A medida que el Espíritu se va purificando, el cuerpo, que él anima, se acerca a la naturaleza espiritual. La materia es menos densa; él deja de arrastrarse penosamente en el suelo; las necesidades físicas se depuran, y los seres vivientes dejan de tener la necesidades de destruirse para alimentarse. El Espíritu es más libre, y tiene para las cosas lejanas determinadas facultades sensoriales que nos son ignotas. Él ve con los ojos del cuerpo aquello que nosotros vemos con el pensamiento.
La purificación de los Espíritus se efectúa en sus encarnaciones con el perfeccionamiento moral, que depura las pasiones y los instintos animales, y determina, sí, que el egoísmo ceda el puesto al sentimiento fraternal. Por lo cual, en los mundos superiores al nuestro no se conocen las guerras, reinando el amor y la concordia, y todos piensan en hacer el bien a sus semejantes. La intuición que tienen de su porvenir y la seguridad que derivan de una conciencia libre de remordimientos, hacen, sí, que la desencarnación no sea para ello causa de aprehensión alguna: la ven realizarse con confianza y como una simple transformación.
La duración de la vida en los diversos mundos es en proporción al grado de su excelencia física y moral; lo cual es perfectamente lógico, Cuanto el cuerpo sea más depurado, tanto más se encuentra libre de vicisitudes; cuanto más sea el Espíritu puro, tanto más se encuentra libre de pasiones, gozando de serenidad e imperturbabilidad. Y esto es, todavía, un beneficio de la Providencia, que rinde más breves las ausencias de bienestar.


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