miércoles, 1 de enero de 2014

171. Sobre qué se apoya el principio de la reencarnación?


30 de diciembre

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS, DÍA A DÍA
Uno de los mejores libros de todos los tiempos!!!
Autor: Allan Kardec

 JUSTICIA DE LA REENCARNACIÓN

171.   Sobre qué se apoya el principio de la reencarnación?
-“Sobre la justicia de Dios y sobre la revelación, por cuanto nosotros os lo repetimos continuamente: Un buen padre deja siempre abierta, a sus hijos, la posibilidad al arrepentimiento. No os dice, quizá, la razón, que sería injusto privar para siempre de la eterna felicidad a todos quienes no tuvieron la posibilidad de mejorarse? Acaso no son hijos de Dios todos los seres? Sólo entre los egoístas reina la iniquidad, los odios implacables y las penas sin remisión”-.
Todos los Espíritus tienden a la perfección, y Dios le tiende a ellos el medio con las pruebas de la vida corpórea; pero, su justicia quiere que ellos puedan cumplir, en nuevas existencias, todo lo que no pudieron hacer o terminar en una primera prueba.
No sería ni según justicia, ni según la bondad de Dios el condenar en eterno a quienes han podido encontrar obstáculos al propio mejoramiento, en contra de su voluntad, y por causa del ambiente mismo, en el cual se encuentran ubicados. Si la suerte del ser humano fuese irrevocablemente establecida después de la desencarnación, Dios no habría pesado las acciones de todos los seres en la misma balanza, y no les habría tratado con imparcialidad.
La doctrina de la reencarnación, es decir, aquella que consiste en el admitir para el ser humano más existencias sucesivas, es la única que responde a nuestro concepto de la justicia de Dios en relación a los seres humanos de condiciones morales inferiores; la única que pueda explicarnos el porvenir, y afirmar nuestras esperanzas, por cuanto nos ofrece el medio de expiar nuestros errores con nuevas pruebas. La razón nos lo demuestra y los Espíritus nos lo enseñan.
El ser humano que tiene la conciencia de su inferioridad, deriva de la doctrina de la reencarnación los más consoladores presagios. Si cree en la justicia de Dios, no puede esperar de devenir de repente y por la eternidad igual a quienes han actuado mejor que él; empero, el pensamiento de que esta inferioridad no le privará siempre del disfrute supremo y que podrá conquistarlo mediante nuevos esfuerzos, le sostiene en las pruebas y reanima su coraje. Quién es aquel que, al término de su peregrinaje terreno, no se lamenta de haber adquirido muy tarde una experiencia, de la cual no puede extraer provecho? Ahora bien, esta tardía experiencia no está perdida, por cuanto se aprovechará de ella en una nueva existencia.


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